afrodiccionario

Mi lenguaje, mi mundo

Mi lenguaje, mi mundo

Hablar es existir absolutamente para el otro, porque hablando es como creamos la realidad en nuestro mundo imaginario, ya que lo que decimos es una traducción simplificada de lo que vemos o sentimos. Aunque no hay ninguna realidad fija ni interpretable desde un solo punto de vista, sino que se necesita una multiplicidad de contextos y miradas para definir cualquier cosa, no  son pocos los momentos en los que se nos intenta hacer creer que hay una traducción única, un estándar que lo describe todo « un sentido común universal´´.

En este sentido, creo que la persona afro (negra) vive en al menos dos dimensiones en su lenguaje. Una de estas dimensiones se encuentra en la relación con sus congéneres y la otra en su relación con el blanco. Es decir el comportamiento de una persona negra con el blanco es aparentemente distinto que una persona negra que se relaciona con otra persona negra, independientemente de que ambas  pudiesen pertenecer a la misma cultura. Pero no me refiero a la calidad de la relación, porque depende de las personas, sino más bien quiero referirme a que en el imaginario de ambos durante su interacción puede hacerse palpable la consecuencia directa de la aventura colonial. Donde las primeras preguntas no verbalizadas giran en torno a si serán capaces de comunicarse. 

Es entonces, cuando surge el esfuerzo consciente o inconsciente entre ambas personas por hacerse entender, en la que en numerosas ocasiones se percibe sorpresa por parte de la persona blanca, cuando es capaz de comunicarse con la persona negra sin dificultad. 

¿Cuántas veces hemos oído la frase «hablas muy bien español´´? Entre los muchos indicadores que puede tener esta frase con respecto a la persona que lo dice sobre quien lo recibe, uno de estos mensajes de trasfondo pretende indicar que, «a pesar de que no eres de aquí,  has asumido muy bien mi civilización´´, y por ende, eres un negro o negra distinta a las demás. 

Es decir que «las personas negras serán más blancas, mejor dicho, se aproximarán al verdadero ser humano civilizado, cuanto mejor hablen la lengua española´´. Debido a que se ha asentado y legitimado a lo largo de los años en la sociedad a través de argumentos o teorías en los que se ha convertido a la persona negra en el eslabón lento en el caminar entre el mono y el ser humano. Por ejemplo lanzar un plátano a un futbolista negro en un partido de fútbol, es la materialización de que estas ideas aún nos acompañan en la sociedad.  «Es por ello que la persona negra, siendo consciente de esto y dentro de la ambigüedad entre lo negro y lo blanco, escoge lo menos negro a través del lenguaje´´. 

 

Porque según como dijo Franz Fanon « hablar es emplear determinada sintaxis, poseer la morfología de tal o cual idioma, pero es sobre todo, asumir una cultura, soportar el peso de una civilización, (Fanon, 2009, p. 49).

Así pues ocurre, que cuando como personas negras escuchamos a una persona africana hablar en castellano de un modo erróneo, rápidamente se abre una comisura en nuestra boca para simpatizar con su castellano. Este gesto muchas veces involuntario nos conduce a sugerir las posibles motivaciones que subyacen de fondo.

Un lenguaje para escapar

Por un lado, podemos reírnos de ese acento con la motivación de ver que aún no está en el nivel de blanqueamiento que nosotros hemos alcanzado y por lo tanto no llega al nivel de civilización que hemos logrado. Por otro lado, surge una nostalgia en nuestro interior por ver como a través del lenguaje aún no le han sido impuestos los grilletes del lenguaje como a nosotros.

Porque el colonizador es quien se ha visto con pleno derecho de definir a todos aquellos a quienes ha colonizado, y a estos meterles en un recinto vallado (reservas) de estereotipos, del cual no se le quiere dejar escapar jamás. Pero es el colonizado quien a través del silencio ha aceptado esa definición que se hace de él o ella.  Así pues se entiende que este podrá salir de la reserva cuando haya aceptado y asumido el vocabulario, es decir cuando no ofrece ninguna resistencia frente a la definición que se le impone. Por lo tanto, ser más blanco en la medida en  la que renuncie a su negritud.

Una persona que posee el lenguaje posee por consecuencia el mundo que expresa e implica ese lenguaje. Por ejemplo, una sociedad o cultura machista, expresará un lenguaje machista, al igual que una sociedad respetuosa con la naturaleza, contendrá un lenguaje acorde a sus comportamientos. Es decir, en la posesión del lenguaje hay una potencia extraordinaria de creación y expresión, como por ejemplo la potencia de legitimar cualquier acto o situación, la potencia de dar o quitar privilegios, la potencia de dar o quitar valor a un ser humano, o la potencia de decidir entre su vida y su muerte. Pues bien sabemos que para matar o dejar morir, antes hay que deshumanizar, y no hay mejor herramienta para la deshumanización que el lenguaje.  ¿No ha sido a través del discurso lingüístico y de imágenes como se ha diferenciado a las personas que tienen derechos o no a recibir refugio? Entonces podemos deducir que el lenguaje otorga poder y quien controla el lenguaje controla el poder.   

Transformar la realidad

Por ello no queremos quedarnos en este artículo de opinión para que entiendan mi punto de vista y quedarnos con la sensación de que ya hemos hecho nuestro trabajo. Es decir, que no es suficiente interpretar la realidad del mundo, sino también queremos transformar la realidad del mundo repensando el lenguaje junto con vosotras.

Porque hablar es actuar dentro de un marco de normas, obtener las formas de determinado idioma pero es sobre todo, «asumir una cultura, soportar el peso de una civilización´´.

Autor: Ngoy R. Ngoma                                                                                                                                                         21/09/2022